La mudanza es uno de los momentos más estresantes en la vida de una persona. Para un 45% de nuestra población es, de hecho, el que más ansiedad provoca, por delante de la separación matrimonial, el cambio de profesión o el despido, según un estudio impulsado por la North American Van Lines.
¿Es posible hacer una mudanza sin estrés? La respuesta es afirmativa. En la planificación está el secreto: organizar una mudanza con suficiente antelación (de dos a tres semanas) permite afrontar sin prisas este proceso, planificando adecuada y ordenadamente sus distintas fases: el inventario de los bienes, su embalaje, la contratación de guardamuebles, etcétera.
Delegar parte de las obligaciones de una mudanza en empresas especializadas supone un ahorro de tiempo y dinero. Sabiamente elegidos, estos servicios abarcan desde la contratación de seguros hasta la compra de materiales de embalaje y otras cosas que hacer antes de mudarse.
Otra respuesta a cómo afrontar una mudanza sin estrés reside en la percepción de esta experiencia. Es lógico pensar, a la vista de los datos del estudio antes citado, que la mayoría de españoles asocia los cambios de domicilio con el estrés y la ansiedad. Más recomendable sería, en su lugar, reconsiderar los aspectos positivos de este cambio, realizado en la mayoría de los casos por iniciativa propia y, por consiguiente, deseado para todos los miembros de la familia.
Afrontar esta situación con positivismo ayuda a valorar sus aspectos beneficiosos a medio-largo plazo y restar importancia a sus complicaciones a corto. Por ejemplo, socializar con nuevos vecinos, acortar los trayectos hasta el puesto laboral, ahorrar en la factura de la luz, etcétera.
Para mudarse sin estrés, es aconsejable aprender a suprimir lo viejo, a deshacerse de los objetos inútiles, sin valor sentimental o que entrañan recuerdos dolorosos. Las sociedades occidentales tienden al acopio de bienes materiales, al ‘acumulatismo’ sin sentido, y este hábito juega en nuestra contra en tiempo de mudanza, cuando interesa simplificar las posesiones y trasladarse con lo realmente necesario.
Esta selección exige con frecuencia una criba severa de las posesiones, para lo cual se recomienda adoptar el método Oosoujiel. Este ritual japonés invita a realizar una limpieza profunda de lo material, eliminando la suciedad en primer lugar y desechando después todos los bienes sin utilidad real, que suponga una carga y por tanto una influencia indeseable en nuestra vida.
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